Hoy quería probar algo diferente. Ya había hecho galletas de jengibre, el año pasado para Navidad. Recuerdo que cuando las probé no fueron lo que más me gustó de todos los dulces que cociné, pero eso sólo al principio... Luego descubres que es muy difícil comer sólo una, que el que no sean extra-dulces y el aroma a canela y jengibre aún te da más ganas de comer y menos sensación de hartazgo... Vaya, todo un descubrimiento.
Otra de las cosas que quería experimentar desde hace tiempo era hacer mi propia mermelada. Sé que muchos habréis hecho, no tiene mucha dificultad, pero aun no había podido probar. Así que, esperando tener un momento, hace poco compré una bolsa de frambuesas congeladas pensando en hacer algo, no sabía aún qué.
Esta mañana he visto clara la combinación: las galletas de jengibre combinadas con un poco de mermelada de frambuesa, que le aportará el dulzor que quizás algunos pudieran echar de menos.
La receta original de las galletas de jengibre la saqué de la pagina pequerecetas.com. Yo he experimentado un poco con las proporciones para hacer menos cantidad... aunque ¿por qué menos cantidad? ¡Están tan buenas! En fin, con las medidas que he puesto yo salen como unas 15-20 galletas.
Los ingredientes son:
- 2 tazas de trigo sarraceno (en mi caso, que me sentía experimental) o harina .
- 3/4 taza de azúcar (en mi caso he puesto panela, lo que le da aún menos dulzor). Si alguien quisiera unas galletas más dulces, que aumente un poco la cantidad de azúcar, y que le ponga azúcar blanco, del de toda la vida.
- 1 huevo
- 1/2 cucharadita de levadura
- 1/2 taza de mantequilla (un poco más si veis que le falta un poco de consistencia a la masa)
- 2 cucharadas de esencia de vainilla
- 3 cucharaditas de jengibre en polvo
- 2 cucharaditas de canela
Si os fijáis en la receta original, veréis que ésta es una versión simplificada.
Los ingredientes de la mermelada, que he ido haciendo a la vez, son:
- 250 gr. de frambuesas
- 125 gr. de azúcar
- Ralladura de limón, al gusto.
Esta receta es otra de esas recetas que no precisan mayor complicación. Simplemente hacéis la masa uniendo los ingredientes: la harina o trigo con la levadura y el huevo y removéis; después la mantequilla derretida (yo uso el microondas) y lo mezcláis; después las especias y volvéis a mezclar.
La masa no es la típica masa blandita, es más bien quebradiza, da la sensación de que no va a ligar, aunque cuando comienzas a moldearla ves que sí, que no hay problema.
Mientras tanto, para hacer la mermelada, ponéis a calentar las frambuesas, previamente descongeladas en este caso, en un cazo, a fuego medio. Cuando ya se hayan calentado un poco, echáis el azúcar. La proporción es aproximadamente la mitad de azúcar que de fruta.
Yo lo he echado además ralladura de limón, porque me parece que el toque ácido siempre va bien. Esto es al gusto, y lo experimentales que queráis ser.
La mermelada no tiene otro misterio que ir removiendo. No he controlado exactamente el tiempo, habrá sido aproximadamente media hora. En este caso es cierto que había poca cantidad para cocinar.
Con la masa ya lista, me he puesto a moldearla. La primera opción ha sido hacer "canastillos" a mano. La segunda opción ha sido coger un pequeño cuenco y hacer círculos.
También he utilizado unos cortapastas que tenía en casa, que son siempre una buena opción para no complicarse. Lo que he tratado en todas es de hacer un pequeño hueco para ponerle después la mermelada, no demasiado profundo, sólo un espacio central algo más hundido.
El horno estaba precalentado, a 200 grados. Al introducir las galletas, en la bandeja de rejilla, lobajé a 175º aproximadamente. Las galletas son muy finas, así que no os despistéis con el horno, en 15 minutos como mucho están hechas.
Mientras las galletas se hacen, la mermelada, que ya puede estar terminada, se deja enfriar. Por supuesto, otra opción es prepararla en otro momento, pero ninguna de las dos recetas es muy complicada como para no poder hacerlas a la vez. Para que se enfríe más rápido, cambiarla a otro recipiente, a uno de cristal es perfecto.
El último toque de la receta es, tras dejarlas enfriar un poco, pero no hace falta del todo, ponerles la mermelada. Como habréis preparado un pequeño hueco para ello, no hay problema. En las que no haya tal hueco, podéis simplemente "pintarlas" un poco con la mermelada.
Aunque en algunas fotos no se aprecie como tal, el color es muy rojo y el aspecto apetitoso. Como os decía, el contraste de una galleta muy especiada pero no demasiado dulce con una mermelada un punto ácida y dulzona, es muy rico.
¡Cuidado!
Una advertencia muy seria.
Estas galletas son adictivas. Posiblemente son las especias. Ya lo he dicho al principio del artículo, y la mermelada no aminora su efecto...
Cada vez va in crescendo. Con más ganas de comer más galletas.
Varios viajes casuales a la cocina dan fe de ello.
¡Libraos de ellas cuanto antes!
¡Qué aproveche!