martes, 3 de abril de 2012

HUEVOS DE PASCUA

He hecho mi propia versión de los Huevos de Pascua. Decidí que iba a hacerlo dentro de huevos de verdad, y rellenarlos de una crema de chocolate, para comer con cuchara, como los huevos pasados por agua, en su huevera.
Los ingredientes de la crema de chocolate son:

- 150 ml. de nata líquida.
- 300 gr. de chocolate de repostería
- 3 huevos

Y además, necesitaréis otros tres huevos para usar las cáscaras como recipiente, un poco más de chocolate de repostería para "sellar" el huevo, y al gusto, diferentes ingredientes para decorar y/o dar gusto al cocholate: coco rallado, virutas de colores...

Lo primero que haréis es la parte más difícil, abrir los huevos dejando espacio suficiente como para verter una crema (tened en cuenta que como no es líquido, es más denso, lo rellené con una cucharilla poco a poco). Sin embargo, no debe ser tan grande que no se pueda luego sellar con un poco de chocolate para evitar que pueda salirse.
Yo di unos golpecitos con cuidado al huevo y cuando se rompió un poco lo abrí con el dedo, con mucho cuidado. A partir de esto ya lo vacié. Y esto es importante, porque para la receta debéis saber que los tres huevos que se necesitan, deben separarse las claras de las yemas. Aunque el agujero sea pequeño, no os preocupéis. Tened un poco de cuidado, pero en principio sale primero la clara. Sobre todo lo que hay que cuidar más es que no se rompa.

Después hay que limpiar los huevos. Con lavarlos debería ser suficiente. Yo los herví, pero fue un intento de teñirlos de forma natural con ingredientes que tenía por casa. He de reconocer que de las tres cosas que probé sólo me funcionó la piel de cebolla, que le da un color amarillento, pero como el huevo era pardo tampoco se ve mucho... así que hay que seguir experimentando, jajaja.
¡Adivinad cuál es el teñido por la cebolla!
Después, los dejé secándose y comencé con la crema de chocolate. Puse en un recipiente para cocinar al baño maría el chocolate, y cuando se fundió le añadí en el mismo recipiente la nata, mezclándolo bien.
Después, apagais el fuego y lo dejais reposar unos minutos. Pasado este tiempo, añadís las tres yemas y de nuevo mezcláis.

Aquí es donde yo añadí coco rallado para dar un gusto diferentes al chocolate, pero esto es optativo y al gusto.
Después, batís bien las claras y las unís al resto de la mezcla, removiendo con cuidado.
Con esta mezcla rellenaréis los huevos. Podréis comprobar cuando la probéis que aunque se espesa bastante, no se solidifica del todo, por lo cual se puede comer con cuchara.
Una vez rellenos los huevos, debéis fundir un poco más de chocolate de repostería. Con este y con la ayuda de un pincel, sellaréis el agujero. Como quedará sólido, podréis incluso darle la vuelta a los huevos, de forma que no se sabrá qué tipo de huevos son, y para un regalo puede quedar muy original.
Aunque también queda bonito si, aprovechando el chocolate fundido, le añadís virutas de colores, coco o lo que se os ocurra para decorar.
Una vez frío el relleno, lo metéis en la nevera, lo mejor toda una noche... si sois impacientes, al menos 6 u 8 horas, yo calculo.
Cuando lo vayáis a comer, estarán así de bonitos. Como ya comentamos una vez, podéis aprovechar la huevera para hacer una decoración original.
Al probarlo comprobaréis que la textura no es tan cremosa como un mousse, pero lo suficiente como para comerla con la cuchara. Lo más fácil es hacer el agujero un poco más grande e ir comiendo. Aunque un huevo parezca pequeño, la verdad es que comiendo uno quedas satisfecho, y con la cantidad que os he dicho alcanza para rellenar los seis huevos y sobra un poco.
Esta receta se podría hacer con niños, aunque la parte de vaciar los huevos es bastante complicada, así que eso podría hacerlo el adulto antes. El resto es sencillo, y si el agujero está bien hecho, se rellena poco a poco con cucharilla. Aunque se vierta un poco por fuera del huevo no pasa nada, porque se limpia con un poco de agua antes de que se quede muy pegado.
Y ahora, tanto para bailar con niños como con adultos, un viejo "hit" entre algunos amigos,  como si se hubieran comido una docena de huevos de chocolate cada uno de los del grupo y se hubieran puesto a cantar, en pleno subidón de azúcar.
¡Buen provecho!

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